A la hora de crear una empresa, son muchos los pasos que debemos cumplir. Temas burocráticos, definición de productos o servicios, tipo de punto de venta o atención etc. Una vez que se conforma la compañía y empieza a funcionar, debemos tener en cuenta que no podemos estancarnos. Es importante que uno de nuestros objetivos sea el crecimiento y a veces resulta difícil. En este post podrás conocer algunos de los errores más comunes que impiden que tu negocio crezca.
En primer lugar, cuando decides tomar medidas para crecer, debes conocer cuáles son las limitaciones de tu de empresa, los riesgos que conlleva y los inconvenientes que podría ocasionarte. Por ello, debemos tratar siempre de realizar un progreso moderado que tenga cierto control en todo momento. A veces un crecimiento desmedido puede resultar igual de negativo que la falta de crecimiento. Este proceso debe estar acompañado de algunos aspectos que en ocasiones fallan, ¿sabes cuáles son?
No poner en valor tu marca
Contar con un excelente producto o servicio no es suficiente hoy en día. Aunque en un primer momento el boca a boca o tus contacto puedan resultar una importante fuente de ingresos, para crecer debemos comunicarnos. Por ello cualquier empresa actual debe contar con una marca sólida que permita a tus clientes identificarte, conocer tus valores diferenciales y la filosofía con la que motiva tu actividad.
En la actualidad los consumidores buscan algo más, quién eres, qué quieres ofrecer, si miras por el medio ambiente o si tu producto ayuda a pertenecer a un grupo social… entre otras muchas cosas.
Descuidar al cliente
Crecer también implica fidelizar y que tus consumidores acudan a ti en reiteradas ocasiones. No podemos olvidar que nuestros clientes son un activo de valor, antes y después de la compra o uso de tus servicios. Debemos poner atención en conocer sus inquietudes para atraerlo y generar una primera toma de contacto agradable. Al mismo tiempo, es importante que nuestro servicio post venta sea parte de una relación que permita continuidad. Si un cliente compra un buen producto pero le surge un problema y nuestra empresa no es capaz de reaccionar correctamente, lo más probable es que no repita con nosotros.
Endeudarse más de lo posible
Es fundamental invertir en el crecimiento de la empresa, tanto en activos digitales, humanos, corporativos… pero este desembolso debe realizarse de forma moderada aunque continuada. Para progresar, es necesario contar con novedades, pero también con un plan de contingencia y unos objetivos claros que hagan que las inversiones sean objetivas y controladas.
No conocer a tu público
¿Sabes realmente a quién le interesas? En ocasiones nos centramos en nuestro público principal pero nos despreocupamos de conocer más allá. Es aconsejable poner el foco de atención en descubrir si existen otros nichos a los que podamos dirigirnos y puedan ser clientes potenciales. Conocer quiénes y cómo son, nos permitirá también modular nuestra comunicación y mejorar nuestras estrategias.
Prescindir de asesoría
Aunque nuestro negocio haya recorrido poco camino o no sea muy grande, es esencial recurrir a ayudas externas en áreas que no controlamos, como podría ser la fiscal o legal, la financiera o la comercial. Esto nos permitirá tener cubiertos aquellos asuntos en los que podemos fallar y podría suponer un problema para nuestro crecimiento. Recuerda que no somos superhéroes y a veces no podemos solos con todo.
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